Comenzamos el viaje, un 16 de Junio, con un tiempo raro; desde la Puerta de Triana hacia el norte siguiendo la ruta de la Plata.
Comimos en Salamanca y seguimos hacia Cangas de Onis, que llegamos alrededor de las 20,30, después del reparto de los apartamentos y habitaciones, alegremente salimos a cenar.
Siguiendo el curso del río Dobra hasta llegar a la Olla de S. Vicente, fue nuestra primera ruta, el día estaba nublado pero de vez en cuando el sol salía y apretaba el calor, por ello al llegar a la Olla, Blanca y yo nos dimos un baño refrescante y reparador.
El segundo día, con un viento bastante molesto hicimos el Lago Enol- Mirador del Rey-Vega la piedra, un día agradable que terminamos con la visita al Monasterio de Covadonga y la gruta.
La ruta del Cares, era obligada, la mitad del grupo la comenzamos en un lado y la otra mitad en el otro nos encontramos a medio camino, comiendo juntos para intercambiarnos las llaves de los coches y así todos disfrutamos de la ruta completa de su hermoso y abrupto paisaje.
El día de descanso y haciendo turismo visitamos Ribadesella, un pueblo elegante y limpio que nos encantó. Seguimos camino hacia Cudillero, parando antes en S.Salvador de Valdedios, iglesia del más puro románico que va quedando.
No podíamos volver sin comer las famosas fabes con almejas de Ballota y como es lógico, luego las tuvimos que pasear aprovechando las calles de este pueblo de pescadores lleno de colorido, llamado Cudillero.Terminamos el día en el Mirador del Fito desde el que a un lado el mar y al otro las montañas pasamos un rato mágico y sensacional
Al día siguiente se llegó a la Ermita de la Virgen de las Nieves.
La última ruta fue a Fuente Dé – Cabaña Verónica. La subida la hicimos en el teleférico para comenzar la subida con un tiempo esplendido y según iba avanzando la mañana suavemente y casi sin darnos cuenta fue bajando la niebla, algunos nos quedamos en el camino y esperamos al resto que fuera bajando para volver en el teleférico y dirigirnos a los coches. Terminamos el día visitando Potes un pueblo con un encanto más propio de un pueblo castellano que propiamente asturiano.
Recordaré este fin de curso por sus hermosos paisajes, sus montes su verdor tan fresco y aromático, sus prados, su variedad de árboles, todo un disfrute, el resto lo dejé aparcado.
Maribel